Mi amigo José y mi amiga Diana me acompañaron por un pastel a Starbucks, no era la primera vez que nos veíamos en ese lugar, quedaba frente al departamento donde vivía, así que era sencillo para vernos y platicar. Era finales de agosto del 2018. Todo iba muy bien, risa aquí, risa allá, drama aquí, drama allá. Comencé a contarles sobre la situación que estaba pasando mi prima en el hospital desde hace un año, y en ese momento sucedió algo que yo ya conocía muy bien, un zumbido, mareo y ganas de correr. Me he desmayado muchas veces en mi vida, porque tengo una condición que se llama disautonomía, así que sé perfectamente cuando habrá un desmayo y ese era uno de esos momentos. Sentí la necesidad de salir de ahí y correr hacia mi departamento para acostarme antes de que me desmayara. Me levanté rápido y les dije, me siento mal, tengo que irme. Caminé muy rápido mientras ellos iban detrás de mi y me detuvieron a mitad de camino. José me sostuvo de la mano y me dijo que respire, para eso momento ya no veía nada, estaba temblando y sudando frío.